Suele ocurrir, que los mediocres sean más numerosos que los que no lo son. La mediocridad que representa la estulticia, la pasividad, la ignominia, y en suma el “que mas da”, es la seña de identidad de la España que hoy existe, la prueba la tenemos todos los días 11 de cada mes, en que solo unos cuantos ciudadanos, muy pocos, se revelan contra el silencio que se quiere imponer al recuerdo de lo ocurrido aquel 11 de marzo del 2004, día en que el atentado terrorista mas siniestro de nuestra historia, cambió nuestra propia historia.
Nos imponen ahora, en el cuarto aniversario de aquella masacre, cuatro años mas de silencio, un silencio soterrado bajo la apariencia de la legalidad, y pretendidamente enterrado por una sentencia innoble, que no ha dado respuestas a las preguntas e interrogantes que los ciudadanos honrados venimos haciendo desde aquel 11 de marzo, ¿acaso, alguien sabe quien planeó aquel atentado? Pero ¿acaso, les importa?. Un pueblo que es capaz de olvidar a sus muertos, que es capaz de lavar su mala conciencia a golpes de conveniencia política, a golpes de aparente solidaridad, a golpes de un pretendido estado de derecho, a golpes de corrupción moral, es un pueblo egoísta e infame, insolidario e irresponsable.
Hasta que no sepamos la verdad de lo ocurrido aquella fría mañana de marzo de 2004, en que “temprano levantó la muerte su vuelo”, la libertad y la democracia estarán secuestradas en España, y el “silencio de los corderos” tratará por todos los medios de ahogar nuestro grito de LIBERTAD, porque un pueblo que ignora su pasado no es un pueblo libre, es un pueblo amordazado en su ignorancia.